El reino de las contradicciones

Aún no queda muy claro si se trata de torpeza, o directamente engaño, pero lo cierto es que si algo viene caracterizando al Gobierno Kirchner es la contradicción permanente entre lo que dicen que quieren hacer y lo que efectivamente logran.

No es nuevo, ya que los últimos más de 10 años se fueron jalonando en forma fermente con este tipo de ejemplos de divergencia entre el “relato”, y los resultados. Y el campo, sin duda, es el que acumula la mayor cantidad de estas situaciones.

La defensa del salario de los argentinos vs la inflación; el respaldo a las PYMES vs. la concentración; o la representación de las mayorías vs los acuerdos con los sectores más concentrados, son apenas algunos de los casos más sonados del país global, pero también se trata de ejemplos que tomaron especial estado público en el último tiempo.

El tema del campo es distinto ya que, casi desde el vamos, sufrió las consecuencias de la contradicción. No es ningún secreto que por formación, o falta de datos, “el campo” siempre fue sindicado del lado de los opositores al Gobierno. De hecho, por citar ejemplos emblemáticos, los Kirchner nunca asistieron a la inauguración de la Rural en Palermo, como era tradición entre los presidentes de la República.

También, en la primera escapada de precios, no dudaron en hacer rimbombantes denuncias públicas contra consignatarios de hacienda las que luego, naturalmente,  se diluyeron sin demostración, y mucho menos, sin solucionar el problema, más vale, todo lo contrario.

Así, las expectativas iniciales se fueron diluyendo paulatinamente, a pesar de que los mercados internacionales comenzaron, al mismo tiempo, con una recuperación asombrosa que le dio precios récord históricos a los principales productos que exportaba la Argentina, durante casi toda la década.

Ese elemento, además, fue el que postergó el deterioro de una cantidad de variables que hoy quedan en evidencia.

Pero nada es eterno, y aunque la firmeza internacional aún se mantiene, un poco por debajo de los picos logrados hasta 2012, esto ya no alcanza para tapar el deterioro productivo acumulado tras años de insistencia en los errores, y que fue lo que determinó, primero el estancamiento casi generalizado de la producción de alimentos, y luego la caída estrepitosa de algunos de los rubros más importantes,,, como frutas, carne o trigo.

Y es en este último caso en particular, por lo reciente de los acontecimientos, donde se aprecia en toda su magnitud la desmesura de las contradicciones oficiales. Es que mientras el propio Jefe de gabinete, Jorge Milton Capitanich, reiteraba el objetivo de respaldar las exportaciones, y el aceleramiento de la devaluación parecería justificar esa postura, el mismo Gobierno le suspendía el CUIT (o sea, la posibilidad de operar) a la empresa que “osó” exportar 26.000 toneladas de trigo hace 10 días (que, por otra parte, como no salieron de “contrabando”, es obvio que alguien del propio gobierno autorizó.

¿Como se entiende?

También, en simultaneo, mientras se habla de la necesidad de aumentar el ingreso de divisas y se “presiona” a los productores para que liquiden sus existencias de granos en forma adelantada, se modifica permanentemente el tipo de cambio  y se interviene en los mercados, ahuyentando a los productores que, de esta forma, prefieren “esperar hasta que aclare”, y cubrirse con sus propias  producciones “en mano”, aunque esta opción pueda no ser tan buen negocio.

Igual, mientras se pretende “defender la mesa de los argentinos”, y se reeditan perimidos controles de precios fracasados (en este mismo gobierno), nada se dice de disminuir el gasto público y atacar en serio a la inflación. Para colmo, todo esto, en un contexto de menor producción relativa de alimentos, por desaliento de los productores que llevó a que la Argentina tenga hoy la misma área de siembra de trigo de hace 100 años atrás, o que produzca solo una tercera parte de su potencial. De hecho, la actual cosecha es apenas la mitad de la se alcanzaba hace 15 años atrás…..

¿Así se defiende la mesa de los argentinos?
¿Así se controla la inflación?
¿Así se consiguen más divisas genuinas para el país?
Y si la respuesta es “no”, entonces, ¿Por qué se insiste con las mismas recetas y, peor aún, con el mismo relato?