¡Ojo con el exitismo!

Finalmente las elecciones presidenciales llegaron, y se impuso “el cambio”, tras 12 años que no fueron, justamente, muy  “amigables” con el campo. 

La distensión fue inmediata. Después de todo, sin duda lo que viene va a ser mejor que lo que se va, al menos, en lo que a nivel de trato y educación de refiere.

De hecho, el actual titular de Agricultura y ex INTA, Carlos Casamiquela “nunca” se reunió con la dirigencia nacional del campo. Tampoco lo hizo el Ministro de Economía, Axell Kicillof, ni los antecesores de ambos. Esa parecía ser la orden suprema: no recibir al campo, ni atender los reclamos, y así le fue al país. Una caída inédita en el área triguera a niveles de hace más de 108 años atrás; la pérdida de casi un cuarto del rodeo vacuno; la extraordinaria caída de posiciones del país en la grilla de exportadores de alimentos (el rubro más competitivo); la reducción de la superficie cultivada durante 3 campañas seguidas; el estancamiento de la producción lechera desde hace 15 años, el envejecimiento del parque de maquinaria y de tractores, etc., etc., etc.

Feo hándicap para pasar a la historia… 

Ahora se supone que muchas cosas van a cambiar, y otras tantas se van a ir corrigiendo, pero las mejoras no van a ser automáticas, es demasiado el deterioro para que la recomposición se de apenas con una docena de nuevos funcionarios, y otro tanto de medidas de corrección a los desaguisados cometidos, aunque el cambio de “humor” ayude mucho.

Seguramente el nuevo marco político-económico va a contribuir: eliminación de casi todos los impuestos a la exportación (retenciones), desaparición de las restricciones cuantitativas (Roes), algunas decisiones puntuales (probablemente en fletes por largas distancias, etc.) que van a contribuir a aflojar la tirantez y, obvio, a mejorar en parte los resultados económicos de una rentabilidad tan alicaída que cualquier aporte va a significar un fuerte soplo de aire fresco y esperanzador.

Pero, sin duda, esto solo no va a alcanzar. 

¿Tendrá el sector la paciencia que va a hacer falta para llegar a las soluciones definitivas?. Se podrán refinanciar las deudas?,  Y, más aún, ¿Habrán aprendido de estos últimos años sobre la necesidad de crecer y trabajar en conjunto? 

Difícil saberlo todavía.

Pero la etapa que comienza va a requerir de áreas (entidades, organizaciones, dirigentes, productores individuales) mucho más maduras, más sólidas, profesionales a la hora de hacer planteos, muchísimo más serias para reclamar por los derechos pero, simultáneamente, responsabilizarse por las obligaciones, y con capacidad de autocrítica para reconocer los propios déficits, errores e irregularidades.

Por ejemplo, se pagan todos los impuestos que se deben?, y, si son malos, ¿hay propuestas para modificarlos o sustituirlos, o solamente se reclama?.

¿Qué pasa con mercados, por ejemplo, como el de semillas? ¿Quiénes son los que compran “bolsa blanca” sin reconocer los derechos de obtentores e inversores en desarrollo y genética?.

A la hora de pedir, hay un discurso unificado, o cada uno tira para su lado e intenta solo su beneficio individual?. Porque, por ejemplo, la Federación Agraria quiere que se eliminen retenciones solo a “los pequeños productores” (que, de todos modos, no saben definir cuales son), o pugna por legislaciones diferenciales cuando en el campo todos sufren los mismos problemas, cada uno en su escala.

¿Por qué, salvo honrosas excepciones, los productores prácticamente no pisan el Congreso y no están al tanto –ni a favor, ni en contra- de las leyes que se plantean?. Eso si, cuando son aprobadas si no les gustan, sacan “comunicados de prensa” hipercríticos.

¿Por qué crece la alarma sobre la creciente falta de mano de obra calificada en el interior para la empresa agropecuaria, pero pocos/ninguno trabaja en materia de educación en ese sentido?.

Se podría seguir en forma interminable con este listado, pero no hace falta…

Es claro lo que se plantea. Y es casi tan grotesco que es probable que si el nuevo Gobierno efectivamente elimina los impuestos a la exportación y las principales restricciones comerciales que la Administración K fue sumando en todos estos años, “el campo” se quede vacío de contenidos y no sepa ni que reclamar ni como plantearlo, entre otras cosas, porque tampoco tiene en claro que puede ofrecer, más allá del tradicional “relato” de que “podemos alimentar a buena parte del mundo” (lo que es también es cierto)…