El Diario de...

Susana Merlo

Una mirada distinta de la Agroindustria

Escribe Susana Merlo

Recreando la frase del famoso Roberto Gomez Bolaño, “Chespirito”, en uno de sus sketches más conocidos, que antecedía a la irrupción del Chapulín Colorado, “Y ahora… ¿quién podrá ayudarme??”, hoy tal vez el campo necesitaría del famoso personaje ante la situación ya desesperante que se vive en cantidad de regiones, a causa de la prolongada sequía.

Fondo de reserva permanente de los distintos gobiernos que habitualmente apelaron a la producción agropecuaria para fondear los variados desfases económicos y financieros del país, tanto internos como internacionales, fueron muy pocas las veces que la cadena de la agroindustria, y más especialmente el primer escalón, los productores, recibieron ayudas efectivas oficiales en momentos de crisis.
En realidad, tampoco lo pidieron y, más vale, el reclamo histórico pasó mayoritariamente por reglas de juego clara, igualdad de trato con los restantes sectores, estabilidad, seguridad jurídica, respeto por la propiedad privada, etc. Es decir, nada del otro mundo, o que no sea la base mínima, corriente, para cualquier rubro productivo, e inversores, en los países “normales”, desde los emblemáticos “desarrollados”, hasta los más modestos, como buena parte de los vecinos del Mercosur que gracias a ese tipo de políticas, se fueron desarrollando y creciendo en las últimas décadas, despegándose cada vez más de la Argentina, y su estancamiento.
Sin embargo, mientras en los momentos críticos del país, siempre “el campo” pareció ser el que estaba más a mano, y al cual indefectiblemente se apelaba, en la situación inversa las ayudas en general se caracterizaron por lo magras, y por la demora en llegar, cosa que más de una vez ni siquiera se efectivizó.
Temas tan variados como la defensa (constitucional) de la propiedad privada, que recrudeció exponencialmente con los casos del sur del país y en los que muchos productores quedaron librados prácticamente a su suerte; o los feroces incendios del año pasado que desnudaron, una vez más, la falta de previsión, y preparación, del Gobierno nacional para afrontar estas situaciones y, mucho menos, para aplicar una ayuda efectiva tras los siniestros, son apenas dos de los casos recientes más fuertes, aunque hay muchos otros de inseguridad, de ataques a la propiedad privada, de postergación de obras y servicios públicos para poner a la población rural en un pie de igualdad con las zonas urbanas, y muchos ejemplos más.
El caso ahora es que tras 3 años de sequía, de una “Niña” que parece no querer irse, la situación general del campo hoy es desesperante, no solo en la agricultura y con el fuerte recorte que sufrirá la cosecha anual; sino también en la fruticultura, la ganadería, y el tambo que desploman sus producciones día a día, mientras que los costos de mantenimiento, en el caso de la hacienda, trepan a cifras extraordinarias con el agravante de la falta de algunos insumos por la restricción a las importaciones, y el aumento de otros esenciales, como los combustibles, directamente excluyentes si se quiere evitar, no ya la caída de la producción, sino directamente la mortandad de los animales, algo que comenzó a producirse.
Por supuesto que suponer que ahora se van a derivar partidas, para dirigirlas a una ayuda estratégica para el sector cuando, justamente, se está tratando de recaudar el máximo posible de lo que queda del último ciclo, es más parecido a un acto de voluntarismo, que a una posibilidad real.
Pero si no llueve, además, algo que los pronosticadores prevén ahora recién sobre el arranque del año próximo, encima de los daños extra que se acumulan con cada día de seca, está la posibilidad, para nada remota, de que se vuelvan a extender los incendios, igual que ocurrió el año pasado, aunque ahora ya no está la coartada de que “no se sabía”….
Por eso, sería interesante saber cual es el esquema oficial de previsiones, que pueda permitir que la producción continúe, aún después de semejantes pérdidas, las que van a repercutir tanto el año que está punto de comenzar, como en el 2024 cuando tendrá que hacerse cargo, el nuevo gobierno (sea del signo que fuere).

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