Escribe Susana Merlo
Después de llegar a fin de año con el último aliento, no es difícil imaginar lo que viene por delante en un año de elecciones, con fuertes complicaciones económicas, en un mundo que ahora no le resulta del todo favorable a la Argentina y, para colmo, condiciones climáticas muy adversas.
Y, si esto es así en general para el país, para el campo en particular, el escenario empeora, entre otras cosas, porque buena parte de la población sigue creyendo que es el causante de muchos de sus disgustos, especialmente, por la suba en los precios de los alimentos.
Aunque del 31 de diciembre al 1º de enero no hay casi diferencias, igual se tiende a hacer balances y pronósticos. En tal sentido, no hay demasiadas novedades que sumar, al contrario, más vale las cuestiones podrían empeorar.
De hecho, el año pasado a esta misma altura, el campo enfrentaba su segunda temporada de sequía y se iniciaban los incendios que para enero-febrero habían cobrado más de 2 millones de hectáreas quemadas, con escasa reacción oficial, y poca o nula ayuda material para los damnificados.
Ahora se agrega un año más de sequía…
A fines de 2001 faltaban casi 2 meses para que se iniciara la Guerra del Golfo que, además de la parte humana, conmocionó los mercados. Ahora, el conflicto entre Rusia y Ucrania ya lleva 10 meses.
Los mercados están más débiles que hace un año, y vuelve a haber rebrote de Covid que por aquel entonces, se creía que se podía vencer con lo que ya se hacía. La evolución es incierta.
En el 21/22 el trigo fue récord con 22 millones de toneladas, y la seca afectó a los granos gruesos. En esta campaña “toda” la campaña fue afectada, y se estima que ya se habría cobrado entre 25 y 30 millones de toneladas de granos de los cuales, al menos 11 millones, son de trigo. A esto se le deben sumar las pérdidas de pasturas, frutas, producción de leche, de carne, preñeces, etc.
Y aunque no muchos sepan lo que esto significa, se podría hablar ahora, sobre el final de 2022, de unos a U$S 12-14.000 millones menos, cifra que se puede ampliar en la medida que las condiciones climáticas no se regularicen, lo que no ocurre todavía.
Esto, que ya es el desvelo del Gobierno, porque va a tener mucho menor ingreso fiscal por retenciones, y también le bajarán sensiblemente las divisas por exportaciones, va a significar un golpe mucho mayor para buena parte del país, porque lo que los productores no reciban por vender su ahora menguada cosecha, o su disminuida vendimia, o por la golpeada cosecha de frutas y, ni hablar, por la venta de terneros que no va a haber porque van a fallar muchas preñeces por falta de alimentación, serán todos los fondos que van a faltar en la Argentina profunda, en cada pueblo, en las estaciones de servicio, o en los supermercados; en las agencias de viajes, o en los corralones de construcción; en los quioscos de la escuelas, o en la recaudación de los impuestos provinciales.
Es plata que no va a estar, y esto tiene que quedar muy claro. Va a faltar, incluso, para la próxima campaña (23/24) que puede llegar a hacerse con más entusiasmo que recursos.
Pero claro, en medio habrá una (o algunas) elección/es que es cuando normalmente la política le saca a algunos para repartirles a otros. Y entonces, ¿qué van a hacer en los próximos meses cuando el habitual proveedor de esos recursos pasará a ser el que necesite fondos para poder seguir?, se harán los distraídos porque “están lejos” en el territorio?, u optarán por dejarle la olla a presión al siguiente gobierno?.
Algunos rumores dan cuenta que ciertas áreas del Gobierno están analizando la creación de nuevos impuestos, pero ante eso el riesgo de una eventual “rebelión” fiscal es muy alto. La sociedad ya no resiste más gravámenes, y mucho menos sacar dinero de la producción para volcarlo a la política.
El campo va a aguantar. Se va a achicar nuevamente. Se va a replegar sobre si mismo. No tendrá más vientres y, por lo tanto, no va a aumentar la cantidad de terneros que seguirá siendo deficitaria. No habrá más vacas lecheras, al contrario, y difícilmente se pueda aumentar la productividad por animal.
Seguramente tampoco crecerá el área agrícola, y si no hay más fondos para los insumos estratégicos, solo un muy buen clima podrá hacer prever una campaña 23/24 (que es la que recibirá el nuevo gobierno), bien por arriba de las 100-105 millones de toneladas que se está calculando para la actual cosecha (y que podría ser menor si la seca continúa); cuando se rondaron los 140 millones, y se debería estar, al menos, en 160-170 millones si se hubiera mantenido la tendencia creciente de fines de los ´90.
En síntesis, seguramente será otro año olvidable, pero mientras los funcionarios y los gobiernos pasan, el campo queda….
Lo que no se recupera son las oportunidades perdidas, que hubieran permitido con solo un poco de inteligencia, que los argentinos vivieran mucho mejor…