Escribe Susana Merlo
A días de comenzar la nueva campaña 24/25 y con resultados del último período que no están resultando del todo como se preveía (por rendimientos, y por precios internacionales), el sector agropecuario, como casi todo el resto del país, se debate entre la expectativa por un futuro más ordenado y alentador que los últimos ciclos, y las urgencias que plantea la producción.
Precios internacionales más bajos, y aumentos en los costos de producción que, probablemente, aún se prolonguen un poco más aunque la inflación haya comenzado a aflojar, debido al “sinceramiento” de algunas variables como la energía, y también por el impacto alcista sobre el petróleo que tienen los conflictos en regiones de países productores (Ucrania-Rusia e Israel-Irán), todo lo cual termina impactando sobre el costo del transporte (fletes), además de sobre la producción en sí misma. Y esto siempre considerando que “el campo” es uno de los más grandes consumidores de gas oil del país.
Mientras tanto, el mantenimiento del “cepo” en el tipo de cambio, sumado a las retenciones de 13% y 33% para cereales y para la soja, respectivamente, marcan una gran diferencia en los resultados económicos que se prevén para todas las actividades agropecuarias, aunque lo más perentorio es el trigo cuya siembra ya comenzará en algunas semanas.
Claro, es muy distinto hablar de una soja debilitada internacionalmente en Chicago, pero que todavía cotiza arriba de los U$S 420 por tonelada, que la misma oleaginosa que en Argentina recibe apenas unos U$S 290/tn en el Disponible. Hay una gran diferencia.
Pero no son los únicos problemas. La proliferación de “tasas” y “peajes” que van instaurando distintos municipios y que hasta alcanzan a la nafta (!!!), como si estuviera admitido que una comuna imponga gravámenes a gusto, también pesa sobre la producción, en algunos distritos más que en otros. Y esto, naturalmente, frente al descontrol del desconocimiento de muchos ediles (que no saben lo que pueden o no votar), y ante la falta de controles provinciales y de la Nación frente a las verdaderas aduanas interiores que se están levantando. Para los productores, sin embargo, más que por lo jurídico, la urgencia pasa por el cuello de botella que le imponen los costos crecientes que los sacan de mercado, y hasta de la producción.
Esta vez, el clima está ayudando un poco más que en las últimas campañas, también la tendencia declinante de la inflación, y algunas medidas que fueron anunciadas como la baja de aranceles para ciertos fertilizantes y agroquímicos, o la apertura de las importaciones de la vacuna antiaftosa cuya aplicación en Argentina alcanzaba hasta los U$S 2 por dosis (son dos en el año), mientras que en el resto de los países vecinos, el caso más caro (con aplicación incluida) es de U$S 0,50. En este último caso, ya hubo algún efecto porque el precio bajó 23% por sobre lo que estaba previsto y, aunque todavía falta para alinearse a los niveles de la región, tal vez los ingresos de vacunas desde Brasil (que ya dejó de vacunar en casi todo su territorio) ayuden a bajarla un poco más para la aplicación de octubre. El incremento del transporte por ferrocarril también va en la dirección correcta, igual que la remoción de una serie de registros, permisos, y restricciones que solo encarecían y complicaban tanto la producción, como el circuito comercial, pero…¿alcanza?.
Sin duda que no. Es cierto que la cantidad de cargas impositivas y costos que se fueron acumulando sobre los contribuyentes es casi infinita, y que también hubo cierto abandono de parte del propio sector que debió ir peleando la remoción en tiempo y forma para cada una de ellas. Ahora, enfrentar todas juntas no es fácil. Tampoco es posible.
Pero, “la sábana corta” siempre provoca lo mismo: lo que se pone en un lado, se deja de poner en el otro; y en el caso del campo eso significa que si no hay expectativas positivas, por el lado de los precios y la rentabilidad, aunque se va a seguir produciendo, la campaña va a distar de alcanzar el potencial que ya, a esta altura, debe rondar al menos las 160 millones de toneladas, versus las apenas 130 millones con que va a cerrar este año, y que es más que probable que se repitan para el 24/25 con, tal vez, unas 10-15 millones de toneladas más si el clima acompaña..