Escribe Susana Merlo especial para la Revista Chacra/noviembre
El nombramiento de un antiguo, y muy conocido funcionario de carrera, que empezó en los ´90, en el área de registro de usuarios de semillas, y ahora fue encumbrado como “asesor” en el Ministerio de Economía (nada menos que como asesor del viceministro José Luis Daza), después de haber pasado por Agricultura en tiempos de Alberto Fernández en áreas muy “sensibles” de la ex ONCCA y, más aún, haber sido el vice interventor del malogrado caso Vicentín, además de muy llamativo, cayó como un balde de agua fría entre los productores. Es que el controvertido personaje, si bien es cierto que es un “conocedor” del sector ganadero, es más famoso por su legendaria “sabiduría” sobre los vericuetos en la operatoria.
Los productores, habitualmente desconfiados, más aún cuando se vienen cambios fuertes, algunos frustrados (por el momento) como el certificado de “libre de deforestación” que ahora parece haber “postergado” por otro año la Unión Europea para los productos que importa; o el mucho más inminente chip o caravana electrónica que, según la información oficial comenzará a regir este próximo 2025 para los terneros, y se completará en el ´26 para el resto del rodeo vacuno, además de los bubalinos, o búfalos, y los cérvidos (?). El hecho de que no esté aún claro cómo va a funcionar el sistema y, especialmente, sobre que plataforma va a estar cargada la información de los productores, y quienes tendrán acceso a la misma, tiene en alerta a varias entidades, mucho más después que hubo hasta “despidos” de funcionarios (como el vicepresidente del Senasa, Sergio Roberts) por la forma perentoria en que se quería imponer el sistema.
Esto, se suma a la confirmación oficial de la fusión del Registro Único de la Cadena Agroalimentaria (RUCA) con el Sistema de Información Simplificado Agrícola (SISA). Las dos monumentales bases de datos sobre toda la cadena agropecuaria argentina que, a partir de diciembre, quedarían bajo la tutela de la AFIP.
Y, más allá de las bondades, o no, de las varias decisiones, y de la sorprendente facilidad con la que algunos/as pasan desde un gobierno a otro, sin rubor, y sin que siquiera “la anticasta” lo impida (lo que, en el caso de funcionarios de carrera se intenta justificar por la promoción automática en los escalafones lo que, en realidad, pocos o ninguno cree).
Pero el mayor malestar de la gente viene por la falta de programas integrales donde encaje cada decisión; por los idas y vueltas sobre los temas; por los costos y complicaciones que se imponen sin sentido. O acaso, la Ley Federal de Carnes de 1974 nunca se llegó a aplicar?, ¿Y las distintas medidas sobre las medias reses arrastradas no quedaron en la nada?. Las trampas sobre picudos del algodonero terminaron desapareciendo, y la mayoría de los campos que se habían registrado hace casi dos décadas atrás para la Unión Europea, la mayoría terminó “borrándose”, ya que nadie controlaba efectivamente el sistema y el único resultado eran mayores costos y restricciones para los inscriptos, y sin ningún beneficio.
Lo peor (para las autoridades) es que en estos días está a pleno la 2º vacunación anual contra la aftosa que en marzo pasado, disparó casi una sublevación por los altos costos, respecto a todos los países limítrofes. Pues bien, ahora no solo no bajaron los precios sino que en la mayoría de los casos aumentaron hasta $ 3.000 por cabeza y, aunque está autorizada oficialmente la importación desde hace 6 meses, es imposible hacerla por los frenos burocráticos que se le sigue poniendo a la cuestión.
Toda cambia, pero todo queda igual (o peor).
“A la hora de pagar quieren todo ya, pero cuando puede haber alguna a favor se demora inexplicablemente”, se quejaban ya días atrás algunos productores.
Y el malhumor en el campo no suele ser cosa buena…