El Diario de...

Susana Merlo

Una mirada distinta de la Agroindustria

Escribe Susana Merlo en Más Producción, de La Mañana de Neuquén

Hay dos factores centrales que afectan – y desesperan- a los productores agrícolas de todo el mundo: el clima, y los precios. En el caso de la Argentina, desde hace un par de décadas, se agregó el “factor funcionario”, tal vez más riesgoso y peligroso que los otros dos. Las idas y vueltas; las marchas y contramarchas; la inseguridad jurídica, la inestabilidad, etc., impuesta por las políticas locales veleidosas que caracterizaron lo que va de este siglo XXI fueron, incluso, más dañinas que los 3 años consecutivos de seca (sin contar el actual), o los feroces Incendios que asolaron vastas áreas de producción, por mencionar solo algunas de las cuestiones más graves.

Pues bien, pero como si todo esto no fuera suficiente, en esta actual campaña 24/25, a lo ya mencionado, hay que agregarle varios elementos adicionales cuya sola existencia puede llegar a convertir a los productores en una especie de superhéroes, y a la Argentina agrícola en un caso mundial de estudio.

Es que es sabido que las cotizaciones internacionales de los granos están, en promedio, U$S 200-250 por tonelada por debajo del pico de 2022, y con costos de producción más altos.

También se sabe que el clima, que teóricamente iba a cambiar después de 3 años de seca, con una Niña muy fuerte, hasta ahora no está dando señales de mayores mejoras y de las pocas lluvias del otoño pasado, va quedando poco, o casi nada. poniendo ya en duda el futuro de los granos gruesos. Todo potenciado por el antecedente de que la superficie de trigo 24/25 no se pudo completar,  justamente, por la falta de humedad en la ventana de siembra.

Claro que, para tener el escenario completo, hay que recordar la inesperada aparición en la campaña pasada, de la ahora famosa “chicharrita” que se llevó 10 millones de toneladas de maíz, y que es mencionada como el principal factor para que el fantástico cereal de verano no alcance en este ciclo, el récord de producción que se esperaba.

Sin duda, un escenario poco atractivo para arriesgarse a producir más pero, como dice la Ley de Murphy: “si algo puede empeorar…, ¡empeora¡”, y eso es lo que está ocurriendo a partir de varias cuestiones.

En primer lugar, la prolongada falta de precipitaciones determina que, nuevamente, la principal vía navegable del país, el Río Paraná, esté con una profundidad de apenas un tercio de la que es su promedio. Y esto significa, ni más ni menos,  que los buques de up river (los puertos de Gran Rosario hacia abajo), a pesar del dragado, no puedan salir con su carga completa, viéndose obligados a completar carga al salir del Rio de la Plata. con el consiguiente encarecimiento de la operatoria.

El segundo problema es que uno de los numerosos gremios que opera sobre el río (son más de una docena), el más fuerte, el de los aceiteros, está nuevamente en pie de guerra lo que frenó totalmente la descarga de camiones la semana pasada (los que se fueron acumulando en largas filas sobre las rutas de acceso a los sitios) lo que, a su vez, demoró la carga de los buques graneleros que también se fueron juntando sobre el Paraná, con costos diarios de miles de dólares por cada día de espera.

¿Se imaginan quién termina pagando esos costos…??

Ahora, puestos los sindicalistas en “conciliación obligatoria” por la Justicia, hubo cierta descompresión de las vías carreteras y fluviales, aunque nadie se atreve a afirmar que cumplido el lapso, no vuelvan a las drásticas medidas de fuerza que, según algunos, recuerdan lo ocurrido a fines del 2018 cuando el paro aceitero se prolongó por un mes.

Junto con esto se debe considerar que la licitación internacional de la Hidrovía sigue vencida, y postergada, sin mayores definiciones, por lo que los trabajos estructurales seguirán atrasándose hasta que se avance en la nueva adjudicación. Mientras tanto, nadie va a invertir más, sin la seguridad de que podrá recuperar el costo de  estas obras (que no son baratas…)

Todo en contra.

Sin embargo, la frutilla del postre terminó resultando en el Puerto de Quequén, uno de los dos de aguas profunda para carga de granos que hay en el país con 15 metros, junto con el Bahía Blanca de 14 metros. El caso es que también esta licitación de 30 años esta vencida, y fue prorrogada más de una vez, aunque ahora se prendieron todas las luces de alarma, no solo por que no hay movimientos para la nueva adjudicación por parte de la provincia de Buenos Aires (a la que se le asignó en los -90), sino también por una ola de rumores sobre la supuesta intención del gobernador bonaerense, Axel Kicilloff, de quedarse con un porcentaje que podría alcanzar hasta el 30% del tonelaje que se opera allí, y que asciende a unos 7 millones de toneladas por año, aunque su valor estratégico es mucho mayor, especialmente cuando el Paraná está bajo y no permite navegarlo a carga completa.

De ahí la posibilidad de una reedición de una Junta de Granos, en este caso provincial, hubo un solo paso y, aunque improbable, el alerta entre las entidades del campo fue automático, entre otras cosas, por los antecedentes administrativos, y operativos, de Kicillof como la “estatización” de YPF cuando fue Ministro de Economía, y por la que recientemente se castigó a la Argentina con nada menos que U$S 16.000 millones, que están engrosando la ya abultada deuda anterior.

El caso es que, aunque las mejoras, elevadores, etc., fueron hechos por los privados, el carácter “provincial” del puerto lo podría hacer pasible de una expropiación de las construcciones y, aunque tal cosa estaría a contramano de la tendencia nacional, la necesidad de “fondos” de la provincia alarma a la cadena comercial, considerando que Quequén moviliza unos 300 buques anuales, y más de 250.000 camiones.

Y, más inmediato aún, está el hecho de que al seguir sin definirse lo que va a hacer finalmente la provincia en apenas un mes (una licitación “express”, una expropiación, otra prórroga por uno o dos años más, etc.),  determina que ya hayan comenzado a mermar los envíos de mercaderías, justo en un año en el que las complicaciones (para los productores, y también para el gobierno) parecen estar a la orden del día. Y justamente sobre un puerto que concentra envíos de soja y de maíz de cuyas exportaciones el Poder Ejecutivo Nacional tiene más que justificadas expectativas.

¿Habrá conciencia en los distintos niveles de los gobiernos (Nacional, provinciales, y municipales) del tsunami que se está gestando?

 

 

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