El Diario de...

Susana Merlo

Una mirada distinta de la Agroindustria

Escribe Susana Merlo

 

En oposición a las reiteradas negativas oficiales de parte del propio Presidente Macri, y bien acorde con el proverbial instinto de los productores agropecuarios (que en gran medida, no le creyeron), y con la falta de creatividad (y hasta de memoria) de buena parte de los actuales funcionarios, finalmente el Gobierno Nacional cayó en el lugar común de volver a tocar los impuestos a la exportación de soja, en este caso, suspendiendo la rebaja gradual mensual a los subproductos de la oleaginosa, que constituyen el grueso de lo que se exporta.

Hablar del daño que causa la decisión, de la inoportunidad del momento (justo cuando se deben decidir las siembras para la cosecha de mayo); de la pésima señal para los inversores, o del jaque al campo justo después de una sequía histórica que llevó a la pérdida de más del 30% de la producción agrícola, resulta aburrido por lo obvio.

Decir que con esta decisión  es mucho más lo que se va a perder, que lo que se puede aumentar la recaudación inmediata, es casi tan inútil y redundante como lo anterior.

Porque, entonces, un  equipo de Gobierno que forzó al propio Macri a negar la posibilidad de volver a tocar estos gravámenes, a los que hasta calificó de “retrógrados”, cae nuevamente en una mala medida?.

¿No era que la “apuesta” iba por el lado de la agregación de valor, y por la adopción de más mano de obra?. Y ahora como se puede sustentar esta posición cuando, además de las pérdidas de los agricultores, se sabe que la industria aceitera tiene hoy casi un 50% de capacidad ociosa, justamente, por la caída de la cosecha?, cuando hasta la inédita baja del Paraná está limitando las cargas fluviales, y encareciendo más aún el famoso “costo argentino”, ya de por si alto?.

¿Nadie vió, o pensó, más allá del día de mañana, que estos golpes periódicos a los sectores de la economía que más traccionan,  y que hoy puede representar apenas unos cientos de millones de dólares más de recaudación, en realidad, lo que están logrando es impedir que el país gane miles de millones en un par de años?. Y, no solo por la mayor producción, lo que también esta sobradamente demostrado (el trigo y el maiz fueron un ejemplo a partir del 16/17, solo frenado por la seca del año pasado), sino más aún por las inversiones locales y externas que se frenan ante la inestabilidad de las políticas oficiales.

Las retenciones no generan futuro, lo destruyen, no son un impuesto inteligente”, reiteró, enfático el mismo Macri hace menos de un mes atrás en la Rural.

Y entonces?…

Ante eso, la única justificación que se puede encontrar es que, ante un estado de desesperación generalizado, el Gabinete no está pensando con claridad suficiente como para evitar caer en la misma trampa de Alfonsín en los ´80, y de los Kirchner-Lavagna en el 2000,  que aplicaron medidas similares, cuyos resultados estuvieron muy lejos de conseguir los resultados que pretendían, más allá del cortísimo plazo.

Ahora, ni siquiera está en juego la “mesa de los argentinos”, ya que los derivados de la soja se consumen en muy pequeña escala en Argentina, y en forma indirecta. El grueso se exporta y ya la industria aceitera (la de mayores inversiones en el país, y que cuenta con más de una docena de puertos privados), adelantó que la medida probablemente impactará en cerca de 10 dólares por tonelada en el precio de la soja.

Por eso es muy difícil entender las razones, pero tampoco se entienden otra serie de medidas recientes. El caso es que ante la imperiosa, y muy atrasada, necesidad de achicar el gasto público, lo único que parece ocurrírseles a los funcionarios del equipo, especialmente económico es, además de recortar alicientes como los reintegros y cargar con mayores gravámenes a los sectores más productivos y que aún retenían cierta competitividad, como la agricultura, es traspasar más servicios (como la energía) a las provincias que, seguramente, tampoco tienen los recursos suficientes como para afrontar esas cargas.

Esto, y decir que la cantidad de impuestos provinciales que se deben desmantelar ya, como Ingresos Brutos, etc., se va a ver postergado por tiempo indefinido y, por lo tanto, las cargas impositivas sobre los contribuyentes y productores seguirán en los niveles exhorbitantes actuales, es exactamente lo mismo.

¿Este será el “achicamiento” del que habla la Nación, o habrá algo más concreto en alguno de los múltiples sectores nacionales sobredimensionados, como la cantidad de ministerios (23), por citar solo un ejemplo menor?

De haberlo, sería interesante que se lo de a conocer cuanto antes, mientras todavía queda algo en pie de los sectores que, finalmente, tendrán que volver a salvar la economía después de todos los ensayos de “prueba y error” a los que se sigue sometiendo al país.

¿O es que alguien cree que con el cambio continuo en las reglas de juego, los sectores mas eficientes (productores), que sostienen a los menos eficientes (Estado) pueden hacer la apuesta épica de invertir para lograr una producción récord, que permita que el país salga del pozo en el que algunos funcionarios siguen cavando?

 

Compartir: