El Diario de...

Susana Merlo

Una mirada distinta de la Agroindustria

Escribe Susana Merlo

Los argentinos están cansados de diagnósticos, y mucho más en temporada de elecciones donde todos, y cada uno, tiene una receta magistral para solucionar los problemas que, casualmente no aplicó cuando estuvo en el gobierno; y que probablemente jamás cumplirá si vuelve a acceder a el.

Pero junto con el hartazgo social se da otro fenómeno no tan frecuente, como es la casi absoluta indiferencia social por los temas públicos y su seguimiento.

Si se observa lo que ocurre en el sector agroindustrial, es casi imposible que las organizaciones y dirigentes del campo se dejen ver, por ejemplo, por el Congreso, verdadero motor de un país al ser la cocina de las leyes que luego, el Ejecutivo, deberá poner en marcha. Al mismo tiempo, que debiera ser el contralor de ese poder que, en el caso de la Argentina, es presidencialista en extremo.

Hay desinterés por la cosa pública lo que determina los obvios (malos) resultados que se vienen obteniendo, y que en el caso del campo y sus actividades relacionadas, son clave dado los períodos de producción más largos que hay en la naturaleza, y que requieren de estabilidad y permanencia en el tiempo de las normas, y condiciones para obtenerlos.
Una reunión reciente de la Fundación Barbechando sobre políticas públicas (que no hay en Argentina, porque hace décadas que tampoco hay plan estratégico, ni modelo país para seguir), con la presencia de miembros del congreso brasileño y, más específicamente, de la poderosa bancada ruralista del país vecino, dejó en evidencia varias cuestiones que muestran porqué los avances a velocidades tan distintas entre ambos socios del Mercosur.

Hay que destacar que en Brasil más de la mitad de los diputados, pertenecen a esta bancada (cerca de 300), y que el congreso brasileño es unicameral, o sea, no hay senado.

El caso es que, sin retroceder demasiado en el tiempo, en lo que va del 2000 a la fecha, es decir, en poco menos de un cuarto de siglo, Brasil se transformó en uno de los 3 principales proveedores de alimentos del mundo dejando, paulatinamente, su dependencia en rubros y productos clave, al conseguir el autoabastecimiento y más, al llegar a la exportación, tal el caso de la carne vacuna, o el trigo, en el que podría acceder a su independencia con la cosecha de la actual campaña. Esto significa que pasó de ser un país tropical, con producción típica de ese clima, a ser un todo terreno que vence con tenacidad, constancia, continuidad y un mapa de destino claro, las restricciones productivas que le impone su naturaleza.

En el mismo lapso, Argentina se estancó, y hasta retrocedió
, en su producción agroindustrial, ya que la última década de grandes saltos productivos más generalizados fue en los ´90; y todo esto a pesar de tener mucho mejores suelos que Brasil, menos impedimentos, y un clima mucho más favorable.

Y más aún, sin contar que los productores, y la mano de obra en general, era bastante más capacitada, tema que también está cambiando debido a que los exponenciales avances tecnológicos, no están siendo seguidos por la calidad educativa local. Y sin educación, prácticamente ya no hay trabajos posibles (algo que deberían estar atendiendo, y entendiendo, la mayoría de los gremios).

Dos países vecinos, que en general atravesaron por similares alternativas políticas, por similares problemas climáticos, afectados en los mismos mercados internacionales, con dos resultados absolutamente distintos, a partir de políticas definidas y mantenidas más allá del presidente de turno (Brasil), da vueltas en redondo, con cambios permanentes, e inseguridad jurídica, incluso, dentro de la misma administración (Argentina).

Un país con fuerte apoyo crediticio (este año volverán a ser más de U$S 50.000 millones), técnico, y muy pocos impuestos a fin de lograr lo más rápido posible su proyecto de autoabastecimiento en el primer paso y de fuerte exportador al mercado mundial luego (lo que ya logró prácticamente), usando a su sector agroindustrial como una de las cartas de triunfo internacional, a pesar de contar ya con otros recursos muy importantes como el energético, turístico, etc. (Brasil), vs un país que, no solo no ayuda a su sector más competitivo, sino que le diezma los ingresos para capturarle fondos productivos que luego asigna a la ineficiencia de un gasto público cada vez más extraordinario.

Fácil ver por donde pasa la diferencia de resultados.

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