El Diario de...

Susana Merlo

Una mirada distinta de la Agroindustria

Escribe Susana Merlo

A días de una nueva edición de la tradicional Exposición de la Sociedad Rural Argentina en Palermo, el hecho casi obliga a un recuento de lo ocurrido en los últimos 12 meses.

La muestra, que fue sufriendo cantidad de cambios en las últimas décadas, sigue representando, de todos modos, un punto de inflexión en el año agropecuario, y más aún en este caso en el que, entre otras cosas, puede llegar a volver a la histórica Pista Central, la presencia presidencial, hecho de recurrentes altibajos en lo que va de este muy ajetreado siglo XXI para la Argentina.

Pero, más aún, en la política el cambio fue abismal y más abrupto, ahora con un economista al frente del nuevo Ejecutivo, lo que provocó tal conmoción (por estilo, trayectoria, y esquema partidario casi inexistente), que nada quedó en su lugar a partir de ahí. Parafraseando una muletilla presidencial, muchos “no la vieron”, creyeron que la política histórica se impondría finalmente (porque tenía territorio, estructura, muchos legisladores, gobernadores, etc.), pero eso no ocurrió. Siempre existe la posibilidad de que aparezca un “cisne negro”, un hecho inédito y, tras casi 7 meses de “pulseada”, se acaba de lograr finalmente que el Congreso apruebe la primera ley a este Gobierno.

Se trata de un nuevo punto de inflexión. El primer semestre fue durísimo. Esta vez, sin ningún “gradualismo”, y los resultados fueron buenos, (inflación, reservas, capital político, etc), pero no suficientes. Por eso se considera “clave” este segundo semestre, para saber si la Argentina, además de aplacar la inflación, será capaz ahora de imprimir movimiento a la producción y al trabajo para empezar la postergada recuperación.

Por supuesto que debe haber muchos más cambios, y las expectativas crecen con las urgencias aunque, si se hace alguna memoria sobre junio-julio del año pasado, desde entonces hubo una serie de modificaciones significativas, si bien no todas las que esperaban los sectores productivos que estuvieran instrumentadas ya para esta época.

Sin embargo, en aquel momento, los tipos de cambio Soja I, II, II, IV, o V estaban en su apogeo, y los “adelantos” de divisas al gobierno por parte de la exportación también. Había inflación, fideicomisos, restricción a las importaciones, y otra serie de instrumentos que alteraban artificialmente los mercados, y una brecha con el dólar oficial que significaba una quita mucho mayor que las retenciones.

Justo antes de las PASO del agosto pasado, en plena “Ganadera” 2023, cuando la política “ardía” y los aparentes candidatos a la presidencia se alternaban entre Horacio Rodriguez Larreta, Patricia Bullrich y Sergio Massa, nadie se animaba a firmar que no sería el Justicialismo el nuevo (viejo) gobierno, detrás del desdibujado Alberto Fernández.

Y hasta ahora, la ciudadanía sigue respaldando el cambio de dirección que se produjo desde entonces.

Pero la gente en general, la producción, y el comercio, sufrieron estos meses. En el caso del campo, dado que sus tiempos, no son los de la política, lo que se está viendo ahora es el resultado de lo que se hizo hace un año atrás cuando el Gobierno era otro, y también las expectativas. Sin embargo, y como entonces, ahora también se mantiene el histórico reclamo sobre las retenciones, pero casi sin participar de la vida legislativa, salvo con honrosas excepciones.

Hubo muchos cambios pero las velocidades son distintas. En aquel momento no se participaba por falta de costumbre y porque no había sesiones en el Congreso, ya que buena parte de los legisladores estaban haciendo campaña en sus distritos; mientras que ahora la “pulseada” entre los distintos sectores políticos con el Gobierno nacional, determinó que durante todo el primer semestre, y sumando las “largas” Sesiones Extraordinarias que se impusieron durante el verano, no saliera aprobada ninguna ley hasta ahora con las “Bases”, que aún debe ser reglamentada y que, probablemente, intente ser judicializada.

Así, el campo se fue “conformando” con alguna que otra reunión con funcionarios, un par de fotos, y la remoción de una decena de escollos que el Gobierno quiso implementar, la mayoría de los cuales respondieron a decisiones propias del Ejecutivo, y no a pedidos (y mucho menos, a “presiones”), de los privados.

A diferencia de otros sectores del comercio y de la industria, que tienen bastante profesionalizado el tema del “lobby”, en el campo este tipo de negociaciones todavía parece ser mala palabra. No extraña entonces la falta de avances, y el Congreso es el ejemplo más claro, ya que ahí aún está pendiente desde la Ley de Semillas, hasta la derogación de leyes anticonstitucionales y negativas para la producción que, de hecho, son inaplicables, como la Ley del Fuego; la mal llamada de “Extranjerización” de la tierra; etc.

La impresión que queda es que solo hay alguna reacción cuando se teme algún cambio en el estatus quo, como la vacuna antiaftosa; la barrera sanitaria; los entes y fundaciones, u algún otro tema por el estilo. Después de eso…, poco y nada!

Ahora, con la Ganadera a la vista, buena parte de la dirigencia (política y gremial) se va a dejar ver por Palermo. Tratarán de pasar por el Comedor Central, ir a la Pista Oficial (y si los dejan poner alguna cocarda, mejor); harán muchos reportajes con la cantidad de medios periodísticos que se instalan allí por 10 días. Se multiplicarán los corrillos y las quejas en los pabellones. Se hablará de la raza Holanda que volverá a faltar a la tradicional muestra “del campo en la ciudad”, por costos, y porque la actividad está estancada desde hace más de dos décadas; seguramente se verán muy pocos ovinos que cada año van menos (y peor aún con las nevadas de este año); pero habrá cantidad de bancos ofreciendo créditos, y muchísimas personas haciendo cola para subirse a alguna pick up, o para poder comer un choripán.

Al dueño de casa le tocará el discurso central que deberá intentar reflejar una unidad sectorial que casi ya no existe (las diferencias en algunos temas son inocultables), e intentará cerrar una grieta que cada vez parece más insalvable, y que pasa por la tecnología, las novedades a nivel mundial, la globalización y los temas ambientales, que día a día ocupan más agenda de las nuevas generaciones, que ya no comulgan para nada con el viejo estilo.

Y, así como la política cambió, también la producción lo está haciendo y a una velocidad que no es mayor, solo porque las condiciones económicas aún no lo permiten, pero que tendrá un despegue exponencial si efectivamente la Argentina emerge del fondo del pozo del que apenas está intentando salir.

La avicultura, los criaderos de cerdos altamente tecnificados, los tambos robóticos, la maquinaria de última generación, los satélites, las comunicaciones, los drones, todo es distinto. El idioma es distinto. Los temas cambiaron.

Ahora solo falta que también los empresarios, y sus discursos, se adapten al nuevo ciclo, y se ingrese definitivamente al siglo XXI, dejando en el pasado (y la historia), los usos y costumbres del siglo XX que terminó ya hace

Compartir: